Se distinguen tres rastros de pisadas. En los años setenta del siglo XX se descubrieron rastros de dos individuos desplazándose hacia el norte. Son dos rastros paralelos, separados entre sí 25 centímetros, demasiado próximos para dos personas caminando una al lado de la otra. Es posible que siguieran el mismo camino pero que no se produjeran de forma simultánea, dado que las condiciones de ambos rastros son algo diferentes. El primero de los rastros (conocido como rastro G-1), el de pies más pequeños, presenta los contornos nítidos, como si se hubieran formado sobre una superficie firme y compacta (húmeda), mientras el rastro del pie mayor (rastro G-2) tiene los contornos más difusos y agrandados, como si se hubieran producido más bien sobre una superficie seca y polvorienta. El rastro G-1 parece detenerse a mitad de camino, dar media vuelta hacia la izquierda, y volver a retomar el camino inicial.
No fue hasta después cuando los investigadores se dieron cuenta de que el rastro situado más al este (rastro 2) representaba huellas superpuestas de dos individuos: G-2 la más profunda y G-3 la más superficial.
A partir de las huellas se han hecho estimaciones de la estatura, pero con varios presupuestos de partida:
- Los homininos de Laetoli tienen las mismas proporciones del pie que los humanos modernos.
- Los individuos representados son adultos.
- Las pisadas son buenos indicadores del tamaño del pie.
Este rastro permite estudiar el tipo de locomoción de los homininos que lo produjeron. En las huellas de Laetoli, como en las de un humano actual, la transmisión del peso empieza en el talón, sigue a lo largo del borde exterior y termina en el pulgar, como cabría esperar en un bípedo.
En este yacimiento (Laetoli) se han encontrado restos fósiles de Australopithecus afarensis, lo que permite especular con bastante confianza que individuos de esta especie son los autores de las huellas.
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