Este descubrimiento destacó sobre los demás por muchas cualidades, especialmente por ser el Australopithecus mejor conservado a través de tantos años. Así fue posible comprobar que su capacidad para caminar erguido, como los humanos actuales, precedió al crecimiento del cerebro. El estudio de su dentadura aclaró aspectos fundamentales sobre la evolución de los homininos y descubrió la evolución simultánea de géneros, de manera que la línea Paranthropus se apartó de otras y en particular de la que evolucionó hacia Homo.
Los restos de Lucy fueron encontrados en el lugar donde habitaba la tribu Afar, de ahí el nombre afarensis, y junto con otros doce individuos de la misma especie, incluido cráneos, conforman lo que se llama "la primera familia".
Australopithecus afarensis es, como todo Australopithecus, un primate bípedo erguido, pero diferente a nosotros en varios aspectos:
- Capacidad craneal bastante menor: 375 a 550 cm3. Esto significa un cerebro de un tamaño cercano a la tercera parte del humano actual promedio.
- Australopithecus afarensis era un hominino con frecuente actividad arbórea, ya sea recolectando frutos, durmiendo, jugando, etc.
- Su pecho no era en forma de barril, como el nuestro, sino que se estrechaba agudamente hacia arriba (forma de campana).
- El dimorfismo sexual era muy marcado, con los machos mucho más corpulentos que las hembras.
Reconstrucción de Australopithecus afarensis.
De su boca también se concluye que el paladar es muy similar al del hombre actual porque, aunque grande, forma una curva que no es parabólica, ni de lados paralelos, como en los grandes simios.
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